La Distancia más Larga

A Martina (Carme Elias), española de 60 años, le quedan pocos meses de vida y ha decidido viajar a la gran sabana con el firme propósito de morir en el lugar en el que un día fue feliz. Quiere subir al monte Roraima y dejarse morir en el camino, pero descubre que no puede hacerlo si no contrata a un guía que la acompañe. La inesperada visita de su nieto Lucas (Omar Moya), un venezolano de 12 años, dará un vuelco a sus planes: le pondrá delante al verdugo que necesita y, a la vez, el cariño que podría impedir que llevase sus planes a cabo.

Claudia Pinto nos presenta un film relajado con una profunda melancolía y una buena interacción con el espectador, el cual se deja llevar por la hermosa fotografía que capta la belleza de los paisajes del parque nacional Canaima, dichas imágenes se dejan fundir por una triste y conmovedora banda sonora; La distancia más larga no se trata de una película perfecta, tampoco pretende serlo, más bien es entretenimiento puro y deja un buen mensaje pese a que justifica la eutanasia.

Se trata de las segundas oportunidades, la libertad del ser humano en elegir su propio destino… Un film sobre la búsqueda: una madre que busca el perdón a través de la muerte, un niño que busque el amor de una abuela y un padre que busca a su hijo perdido...

La falla de la cinta radica en su guion un poco flojo (va y viene) y eso causa que se limite el argumento y las actuaciones, especialmente la de Carme Elias. Se puedo haber sacado mayor provecho al planteamiento; por otro lado cabe destacar que la cinta funcione gracias su atmósfera, la planificación del paralelismo entre Caracas y La Gran Sabana (se diferenció los dos escenarios perfectamente), la sinceridad con que se nos presenta el film y las bellas locaciones, enmarcados en un montaje certero y dinámico, el cual se deja ver y se cuenta mediante imágenes y entonces me pregunto ¿eso no es lo que se espera del cine?

Puntuación 7/10 

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