Enemigos publicos
Una película que desde algunos meses ha dado mucho de qué hablar, unos la defiendes y la magnifican mientras que otros la minimizan. John Dillinger es todo un mito, pero le cogeremos más cariño ahora que todavía estamos recordando las escandalosas cifras que los Gobiernos de todo el mundo destinaron a salvar a los bancos de su crisis. En el fondo, a todos nos gustaría ser Dillinger y llevarnos un pellizco de ese dinero. El bandido más célebre de los años 30 puede ser perfectamente un héroe de hoy en día.
Y es precisamente este aspecto mítico de Dillinger es en lo que se centra Michael Mann o, al menos, en lo que resulta más brillante. Porque este es un biopic de acción: los tiroteos, las huídas y las persecuciones son constantes. A lo largo del metraje vemos más balas y oímos más disparos de los que hubiéramos podido imaginar. Al mismo tiempo, asistimos también a una dura persecución policial liderada por el agente Melvin Purvis (Christian Bale, que prácticamente repite el papel de El tren de las 3:10), y al nacimiento de una nueva manera de investigar (¿localizar a un fugitivo gracias a un abrigo?).
Es una cinta competente, favorecida por una grandiosa actuación, varias escenas de acción interesantes y una historia de amor bien lograda, pero que no logra entrar al club de las excelentes cintas por un inicio algo lento, una trama sin tensión durante toda la mitad de la cinta y sin un verdadero villano que rete a nuestro héroe. Existen escenas muy bien logradas: el robo de los bancos, las persecuciones, los asesinatos y torturas. Bajo una dirección templada de Michael Mann, sin caer en excesos, dándonos una visión clara de los eventos y no aburriendo al público con lo mismo.
Sólo alguien como Mann bordaría las escenas de acción cuidando hasta el extremo detalles tan importantes -y a veces tan olvidados- como unos impresionantes efectos de sonido. Sólo Mann dejaría libertad a dos gigantes como Depp y Bale para que compusieran a sus anchas a dos personajes tan dispares. Sin embargo Enemigos Públicos adolece de falta de ritmo; de un excesivo protagonismo de la Cotillard, su personaje y una historia de amor sin demasiado interés, creo que se desperdicio el talento de la actriz no tuvo un peso significativo en la cinta, aun las imágenes de sus lagrimas en el final no han salido de mi mente; hubo personajes demasiado vacuos -sobre todo sus muchísimos secundarios, muchos casi testimoniales- y en parte de la falta de empatía con sus protagonistas. A Dillinger nos lo encontramos ya convertido en mito, en un tipo demasiado perfecto como para imaginarnos las causas que le han llevado a esos extremos, me gusto mucho la interpretación y con esto se enaltece el talento histriónico del actor capaz de interpretar no solo personajes de misterios y comedias; mientras que Purvis, a pesar del arte de Bale, es una fría y extrema contraposición al supuesto magnetismo de su presa. Decepcionante, pero no desastrosa ni en absoluto criminal, Enemigos Públicos no está a la altura de la pasión generalizada del público por los chicos malos.
Y es precisamente este aspecto mítico de Dillinger es en lo que se centra Michael Mann o, al menos, en lo que resulta más brillante. Porque este es un biopic de acción: los tiroteos, las huídas y las persecuciones son constantes. A lo largo del metraje vemos más balas y oímos más disparos de los que hubiéramos podido imaginar. Al mismo tiempo, asistimos también a una dura persecución policial liderada por el agente Melvin Purvis (Christian Bale, que prácticamente repite el papel de El tren de las 3:10), y al nacimiento de una nueva manera de investigar (¿localizar a un fugitivo gracias a un abrigo?).
Es una cinta competente, favorecida por una grandiosa actuación, varias escenas de acción interesantes y una historia de amor bien lograda, pero que no logra entrar al club de las excelentes cintas por un inicio algo lento, una trama sin tensión durante toda la mitad de la cinta y sin un verdadero villano que rete a nuestro héroe. Existen escenas muy bien logradas: el robo de los bancos, las persecuciones, los asesinatos y torturas. Bajo una dirección templada de Michael Mann, sin caer en excesos, dándonos una visión clara de los eventos y no aburriendo al público con lo mismo.
Sólo alguien como Mann bordaría las escenas de acción cuidando hasta el extremo detalles tan importantes -y a veces tan olvidados- como unos impresionantes efectos de sonido. Sólo Mann dejaría libertad a dos gigantes como Depp y Bale para que compusieran a sus anchas a dos personajes tan dispares. Sin embargo Enemigos Públicos adolece de falta de ritmo; de un excesivo protagonismo de la Cotillard, su personaje y una historia de amor sin demasiado interés, creo que se desperdicio el talento de la actriz no tuvo un peso significativo en la cinta, aun las imágenes de sus lagrimas en el final no han salido de mi mente; hubo personajes demasiado vacuos -sobre todo sus muchísimos secundarios, muchos casi testimoniales- y en parte de la falta de empatía con sus protagonistas. A Dillinger nos lo encontramos ya convertido en mito, en un tipo demasiado perfecto como para imaginarnos las causas que le han llevado a esos extremos, me gusto mucho la interpretación y con esto se enaltece el talento histriónico del actor capaz de interpretar no solo personajes de misterios y comedias; mientras que Purvis, a pesar del arte de Bale, es una fría y extrema contraposición al supuesto magnetismo de su presa. Decepcionante, pero no desastrosa ni en absoluto criminal, Enemigos Públicos no está a la altura de la pasión generalizada del público por los chicos malos.
La cinta no llega a la grandeza al faltar un final contundente e impactante, si ocurre un hecho inevitable, pero no trasciende, era de esperarse y nos deja medio llenos. En pocas palabras no existe conclusión, simplemente existió, así fue él, acéptenlo.
Puntuación 8/10
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